miércoles, 5 de marzo de 2008

The Taste of the Skin (y II)

Antes de escribir esta entrada, o mejor dicho, de continuar con la secuencia de ideas que apuntaba, me gustaría señalar lo que está convirtiendo en una de las grandes desilusiones de invierno de anime.

En concreto, Clannad.

O de como KyoAni, tras haber provocado un pequeño terremoto en mundo del anime, parece haber comenzado una imprevista y acelarada decadencia, porque si comparamos Clannad, con la muy similar Kanon, del año pasado, lo primero que nos llama la atención es que KyoAni se está volviendo descuidado...

...y es que si en Kanon, la breve narración del pasado de un personaje servía para que el estudio se luciera, jugando con la insinuación y las elipsis, en Clannad esto mismo se ha realizado de forma plana y rutinaria, ilustrando con imágenes una narración en off.

Algo que, honestamente, está al alcance de cualquiera.

Pero volviendo al tema de esta serie de entradas, y en concreto, la necesidad que algunas personas tienen de tocar a la persona con la que hablan, como queriendo asegurarse de su existencia, me vino a la memoria esta larga secuencia de la tercera temporada de María Sama ga Miteru, donde lo imprtante no es lo que se decía, sino lo que se expresaba.




















Y me resulta extraño escribir estas líneas en este tiempo de primavera adelantada (por lo menos hasta ayer mismo), anunciada por la floración temprana de ciruelos, almendros y cerezos, azul, blanco y rosa, respectivamente, y por la repentina aparición, en todos los lugares de las parejas de enamorados, o como quiera que eso se denomine en estos tiempos.

Una estrañeza que se debe, simplemente, a que por primera vez me resulta dolorosa la visión de las parejas, por aquello del envejecer, mientras que los arboles me hacen soñar en encontrame yo también un día, tan ornado como ellos.

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