jueves, 23 de febrero de 2012

A Difficult Balance (y II)
















Ya he comentado varias veces mi admiración por Shinbou y Shaft. Para ellos sería muy fácil dar a los otakus exactamente lo que quieren y como otros estudios (Sunrise, por ejemplo) limitarse a ganar dinero por ese medio. Por alguna razón Shinbou ha decidido seguir un camino original y más que difícil, en el que esa tendencia general a la gratificación fácil del anime reciente se ve temperada con inesperadas incursiones en el territorio de la animación experimental e independiente, casi imposibles de imaginar en productos creados por estudios comerciales.

Nunca dejaré de agradecérselo, especialmente porque en ocasiones especiales, como Bakemonogatari y su continuación Nisemonogatari, los resultados se acercan a la categoría de obra maestra del anime, especialmente en productos como estos últimos (y la reciente Madoka) gozan de un presupuesto holgado que permite una animación de una fluidez poco acostumbrada en la series de anime.

Una de las grandes fortalezas de ambas series es contar con un texto de partida, que aunque una novela ligera más, intenta describir a sus personajes mediante un uso extensivo, algunos dirían abusivo, del diálogo que permite disimular el estatismo ya no tan usual del anime, y que al mismo sirve a Shinbou para incluir esas excentricidades suyas que tanto ponen nerviosos a alguno, y que llevan a los personajes a moverse en escenarios absurdos e imposibles, mientras realizan acciones no menos absurdas e imposibles.

Un reparto dominado por un elenco de mujeres más que fuertes, donde destaca uno de los grandes personajes femeninos del anime reciente, la Senjougahara Hitagi de las capturas que acompañan esta entrada, de personalidad dominante acostumbrada a ejercer su voluntad por los medios que sean necesarios, a lo que ayuda su aguda inteligencia y no su menos acerado ingenio, y que en cualquier relación amorosa no aceptará otra relación que no sea de la más absoluta igualdad.






Relación amorosa donde la sexualidad tiene un relieve prominente, algo habitual en las series japoneses, pero sin el revestimiento de timidez, inocencia e inmadurez tan común en muchas otras series actuales, ni los disfraces con los que se le recubre habitualmente, simples reclamos para conseguir la rápida gratificación del espectador otaku, pero totalmente desligados de la personalidades de los personajes, simples estereotipos, ni la evolución lógica  de la relación amorosa descrita, en la medida que amor y lógica sean conceptos compatibles.

Porque en todo momento queda claro que Senjougahara ha elegido a la persona a la que quiere amar, que no cejará en su empeño en conseguir el objeto de su amor y que esto habrá de resolverse, lógica e inevitablemente, en el más íntimo contacto físico, cuando ella se halle preparada y como regalo hacia la persona de la que está profundamente enamorada, hasta casi nublar el privilegiado intelecto al cual hacía falta.

Mientras que en el ínterim, se nos muestra un complejo juego de insinuaciones e invitaciones, de persecuciones consentidas donde no se sabe quien realmente está persiguiendo a quien o tendiendo las trampas, y en que que ambos saben que es prologo necesario para incrementar ese deseo y el placer final al que pronto habrán que entregarse y al que la serie sabe poner un momento y un lugar determinado, sin hurtárnoslo ni relegarlo a un futuro del cual no habremos de ser testigos.



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