miércoles, 2 de mayo de 2012

Just Music



En esta ocasión no les voy a ahogar, ni a Uds ni a su conexión a Internet, bajo decenas de capturas que intentan ilustrar torpemente una secuencia animada. No, esta vez hay que verlo para poder apreciar la magnífica animación de una de las Jam Sessions que aparecen en cada episodio de Sakamichi no Apollon (Los jóvenes en la ladera), una de las nuevas series de esta temporada, aunque como bien se señala en el imprescindible blog de Ben Ettinger, para ser perfecto sólo le falta que no hubiera sido rotoscopiado y que se hubiera animado directamente from the scratch, con la imperfección y la expresividad que sólo un  animador experimentado sabe darle.

Dejando aparte los problemas del modo de producción moderno, donde el uso extensivo del ordenador como herramienta insustitible o la utilización de subcontratas para abaratar cortes impiden la educación de animadores todo terreno capaces dar expresividad a gestos ínfimos, o malas noticias como la marcha del productor  Maruyama Masao de Madhouse para fundar el estudio Mappa, lo que significa que la década prodigiosa de Madhouse ha concluido y que el anime va a ser un tanto más pobre de ahora en adelante, el caso es que este inicio de 2012 (recordemos que la temporada de anime empieza en abril) está siendo una de las más sólidas que uno recuerda en años, reconocida como tal por todos los aficionados, que estamos empezando a tener problemas siguiendo las series interesantes.

Digamos que entre esa avalancha de nuevas producciones, han aparecido unas cuantas que tienen bastantes probabilidades de de convertirse en obras maestras y que intentaremos comentar, si las cosas no se tuercen, en este su blog. Una de ellas, la citada Sakamichi no Appollon, (en el espacio Noitamina, que raro) tiene a su frente a un viejo conocido, Watanabe Sinichiro, al que recordarán por la mítica Cowboy Bebop, y la no menos magistral Samurai Champloo, en una obra nueva que es al mismo tiempo fiel e infiel a la trayectoria anterior de Watanabe.

La traición, si podemos decirlo así, consiste en que Watanabe trabaja en esta ocasión con un material adaptado, un manga que narra las andanzas veraniegas de un par de jóvenes, de personalidades más que diferentes, a los que solamente une su pasión por la música, al ser uno un pianista de formación clásica y otro un batería de inclinaciones jazzisticas. Así contando, la historia podría ser la enésima serie ambientada en un instituto, plagada de tópicos argumentales destinados unicamente a los otakus, con personajes que no son otra cosa que estereotipos definidos por una etiqueta, mientras que su animación y su dibujo se ajustan a los más repelentes códigos formales del complejo moe/kawai.

Curiosamente, es la segunda traición a su estilo de Watanabe, la que salva a la serie de ese abismo y añade el primer punto de interés, aún más notable por lo desusado y extraño que es en el panorama de un anime dominado por el complejo moe/kawai. La serie tiene lugar en un pasado reciente, aunque ya completamente extraño y exótico para la mayoría del público, el del japón de la década de los 50, lo cual provoca que en vez de intentar una aproximación postmoderna, de mirada entre irónica y cómplice, que no tiene miedo de jugar al anacronismo o de exagerar hasta llegar casi a la parodia, Watanabe se ciña esta vez al más estricto realismo, que no sólo se limita a los fondos hacen muchos estudios, sino que se extiende al diseño de los personajes, extrañamente pertinentes y ajustados a la edad de sus personajes (entre 16-18 años), el lenguaje corporal con que se expresan, o los conflictos que sufren y la manera que tienen que abordarlos.

Es en definitiva, un serie que apela a un genero mucho más antiguo y con mejores títulos de nobleza que el complejo moe/kawai que tanto gusta al otaku medio, estamos hablando de una auténtica Bildungsroman o del coming of age de los anglosajones, una serie que se enfrenta a ese momento de la vida de todas las personas, hacia los 16 años, en que la personalidad cristaliza, y se produce el paso de la niñez a la madurez, con todo el cortejo de descubrimientos y errores que esto conlleva, y que por ahora, la serie describe a la perfección, con una facilidad, seguridad y ligereza realmente envidiables que remiten a cierto clasicismo cinematográfico de raigambre realista, que ponía a los personajes y a sus conflictos por delante del modo de rodarlos.

Para concluir, el punto en que Watanabe es fiel a sí mismo, y el auténtico extra de la serie, no es otro que el de la música, que ya desde Cowboy Bebop era uno de los centros estéticos y argumentales de las series de este animador, que incluso llegaba a componer el mismo la música. Como he dicho, los dos personajes protagonistas tienen en común el hecho de ser instrumentistas, de formación clásica uno, autodidacta jazzistico, conflicto que sirve de motor a la historia y a la relación entre los personajes, plasmado en esas jam sessions ilustradas en el vídeo que abre la entrada, y que se esparcen a lo largo de los capítulos, resolución de lo sucedido hasta entonces e inicio de nuevos caminos y posibilidades en la trayectoria común de los protagonistas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Maruyama Masao de Madhouse para fundar el estudio Mappa, lo que significa que la década prodigiosa de Madhouse ha concluido".

Francamente creo que todo el mundo está malinterpretando este tema.

El punto de aparición de Mappa, fue ahora, esta primavera, eso está claro.

¿Pero cuando fue el punto del cambio de directiva de la actual madhouse?, este otoño. Todo lo anterior de ese año(no hace falta que recuerdes que fue, en serio, no hace falta)era responsbilidad suya como productor, no de la NTV que es la actual propietaria, así que chihayafuru no fue una última buena serie o algo así, fue la primera(la NTV lanza series fundamentalmente en primavera y en otoño) y ese fue el punto de entrada.

Y dicho sea de paso, no se de donde se ha sacado la gente que ha abandonado nada, su posición es la misma en ambas series, de productor creativo, si quieres compruébalo en ANN.

Realmente está trabajando en las dos a la vez, y aunque no fuera así, existen varias series en las que él no está citado como productor y sí lo está la NTV que son muy fieles a la filosofía de la compañía y muy buenas series en sí.

En el fondo estamos hablando de dos tendencias que han existido siempre en la misma compañía(proyectos de maruyama/proyectos de la NTV) y que ahora han dado lugar a dos compañías (Mappa/actual madhouse que en el fondo juntas vienen a ser lo mismo que era Madhouse antes del otoño de 2011)para poder lanzar proyectos sin tener problemas con el grado de prioridad y que no haya un desequilibrio tan exagerado entre una y otra, cosa que era bastante frecuente.

Así que no, si ambas han empezado como lo han hecho, no creo que cambie demasiado ni me parece algo malo, aparte de que necesiten ambas algo de tiempo para aclimatarse y conseguir algo más de presupuesto.

David Flórez dijo...

Bueno, lo cierto es que la Marca Madhouse, llamémosla como la llamemos, lleva ya varios años perdida en un laberinto creativo, del que no parece salir, concretamente desde los tiempos de Aoi Bungaku, del cual sólo se salvaban los largometrajes.

Tengo que decir que me cuesta bastante recordar una serie buena del estudio en ese periodo, aparte de Chihayafuru y que estuviera identificada claramente con el nombre del estudio, no con el de spinoffs.

¿Qué quieren tener una marca para los productos más comerciales y otra para los más experimentales? Puede y no estaría nada mal, pero dada la situación económica puede ocurrir lo que pasó con Sunrise/Bones, que el estudio aparentemente más independiente acabó copiando los malos usos de la casa madre original, a pesar de toda su destreza técnica, que aún no tiene igual.

Anónimo dijo...

¿Que quieres decir exactamente con spin off?. Del 2010 no cuenta Yojouhan y en menor medida rainbow.

El 2011 no debería contar ya que es un año de crisis y sería muy injusto tenerlo en cuenta.

No creo que la división signifique experimenta/comercial, no necesariamente.

Maruyama, nunca piensa en un público concreto, por lo tanto no se puede decir que sea comercial, creo que simplemente a él le gusta jugar y probar cosas. Luego que sea más artistico o no, bueno, no tiene por qué realmente. Depende del director y del material a adaptar si es que es una adaptación. Pero este hombre puede adaptar cualquier cosa así que no garantiza que vaya a ser inteligente o no.

La NTV por contra, sí tiene un público, y en sí es un público que les pega, ya que es el público japonés normal y de hecho Aoi Bungaku pertenece a este grupo. Por norma general tienen bastante más calidad media y de hecho ceo que ofrecen más seguridad.

En verdad ha habido tanto series buenas y malas en ambos grupos. La división sería más bien directores externos(directores de fuera)o materiales de trabajo externoso atípicos/ frente a directores internos trabajando cosas que sean más japonesas, como novelas o mangas.