martes, 25 de febrero de 2014

Seeking the Godhead

La actividad posterior a la creación revela, por parte de Dios, fallos sorprendentes, titubeos, sorpresas. El hombre no conoce ninguna edad de oro, antes al contrario. Dios se ejercita empíricamente con él: le ordena pacer hasta que se da cuenta después que es el ganado el que tiene que alimentarse de hierba. Consecuentemente, la creación o el control de las fuentes de luz y de calor parecen escapársele de las manos o serle arrancadas. Se deja arrebatar el sol y la luna, o bien los regala, y no es capaz de encontrar por sí mismo el medio de recuperarlos. En cuanto al fuego, hará falta que un animal le enseñe como procurárselo; la mayoría de las veces son pájaros los que lo llevan a los humanos directamente y contra la voluntad de Dios. Las primeras criaturas que pueblan el mundo son, a menudo, intentos fallidos. el hombre actual fue precedido por razas de gigantes caníbales, que fueron finalmente petrificados y entre los cuales algunos subieron al cielo para transformarse en estrellas. En otros caso el Creador dejó que la tierra fuera invadida por monstruos, los mangatqai burato, por ejemplo, salidos del cuerpo de un tengri del Este, que encuentran más o menos sus equivalentes en los abasy yakuto y los awaghe tungús. Un héroe, llamado a menudo "el primer hombre", que es en realidad el héroe prototipo, vendrá a librar de esos seres al mundo de en medio.
Eveline Lot-Falck, Las Religiones de los pueblos altaicos de Siberia. Tomo XI de la Historia de las religiones siglo XXI: Las religiones en los pueblos sin tradición escrita.


Ya comenté la semana pasada que la Historia de las religiones editada por Siglo XXI sigue siendo una lectura más que interesante, incluso provocadora, a pesar de su irregularidad y de que empieza a estar un poco desactualizada, dado que se escribió en la década de los sesenta del siglo pasado. Los dos tomos finales, especialmente, son de lo mejor de la obra, al servir de guía al lector en un mundo de creencias apenas conocido: el de los pueblos que no recogieron sus concepciones religiosas en libros santos, culturas que, no hay que olvidarlo, constituían la mayoría de la humanidad hasta ayer mismo. De manera simultánea, en estos dos volúmenes se ilustran los fenómenos de sincretismo y supervivencia cultural que tuvieron lugar cuando esas religiones locales, reducidas a un pequeño grupo humano o una coalición de grupos, tuvieron que enfrentarse a la presión de otras religiones con aspiraciones universales, que contaban con las ventajas de una compleja estructura clerical y política que les permitían influir en todos los aspectos de la vida social, además de "corregir" a quienes no se ajustasen a ella.

martes, 18 de febrero de 2014

Forcibly Forgotten

En 1690 apareció entre los tewa un "hombre-medicina" llamado Popé. Decía que había venido del extremo norte, donde había visitado el lago mítico Shipapu, lugar de origen de los tewa al que regresaban los espíritus de los muertos. Grandes milagros de produjeron  por su mediación. Los espíritus Kachina, venidos del agua sagrada, se abrieron velozmente camino bajo tierra y reaparecieron en los santuarios subterráneos jiva en forma de fuego, para decir a la gente lo que todos esperaban escuchar, es decir, que se levantaran contra los aborrecidos españoles. Cuerdas de nudo en fibra de yuca fueron enviadas como mensaje a todos los indios Pueblo de los alrededores, cada día, el jefe debía deshacer un nudo, hasta el momento en que todas las tribus pueblo se sublevaran a la vez. En agosto de 1690, súbitamente, estalló una insurrección desde Pecos (zuñi) hasta las las lejanas mesas (mesetas) hopi. Soldados y misioneros españiles fueron asesinados o tuvieron que huir, primero a Santa Fe, luego a El Paso; en octubre, no quedaba un sólo español en todo Nuevo Méjico. En los dos siglos siguientes, los hombres blancos no pudieron resistir al deseo de volver a estas regiones semiáridas. Pero los indios Pueblo practican todavía, con una fe fanática, los ritos que estiman necesarios para que caiga la lluvia, aunque sus ceremonias solemnes haya degenerado hoy en un espectáculo turístico.

Weston La Barre, Movimientos religiosos de aculturación en América del Norte, Tomo XII de la Historia de las Religiones siglo XXI: Movimientos religiosos derivados de la aculturación

He terminado en estas últimas semanas los dos últimos tomos de la Historia de las Religiones publicada por la editorial Siglo XXI. Me queda por leer el tomo dedicado al cristianismo medieval,  un volumen completamente inencontrable, pero esto no impide que pueda presentar algunas conclusiones sobre la obra en general y estos dos tomos en particular.

Lo primero que tengo que señalar es que la obra muestra demasiado su edad. Escrita hace ya medio siglo, durante la década de los sesenta, se notan demasiado las dependencias con escuelas de pensamiento que han perdido bastante de su antiguo prestigio, como es el caso del psicoanálisis, y se echa de menos una necesaria actualización con los conocimientos adquiridos en estas últimas décadas, si es que esto puede siquiera llegar a hacerse, tras el terremoto postmodernista en el campo de la historia. Por otra parte, la obra entera adolece de una fuerte irregularidad, en la que se alternan secciones que consiguen dar una visión equilibrada e iluminadora sobre religiones poco conocidas - por ejemplo el tomo dedicado al Hermetismo, la Gnosis y el Maniqueísmo - frente a otras donde la presentación se pierde en dirimir combates académicos periclitados de los que no queda actualmente ni el eco o bien se percibe una cierta servidumbre respecto a la variante religiosa profesada por el escritor - caso de los capítulos dedicados al Islám -.

Como ya he apuntado, los volúmenes más interesantes son los dedicados a las religiones desconocidas o remotas, quizás porque permiten una libertad ausente en la descripción de religiones cuyos seguidores continúan siendo fuerzas importantes en sus sociedades actuales, y que no temen actuar para defender sus dogmas religiosos. Siguiendo esa pauta, los volúmenes finales de la obra, dedicados respectivamente a las religiones sin tradición escrita y a las surgidas de los fenómenos de aculturación, resultan fascinantes por dos razones principales. Primero, por obligarnos a contemplar el fenómeno religioso de una forma completamente nueva, que pone en cuestión los presupuestos ideológicos que, se quiera o no, han sido implantados en cada uno de nosotros por la convivencia diaria con una religión dominante. Segundo, por iluminar aspectos desconocidos y obscuros de la historia mundial, como muestra el fragmento que encabeza esta entrada.

Es esa vertiente, el descubrimiento de una historia olvidada pero no por ello menos importante, el que quisiera analizar en estas líneas.

sábado, 15 de febrero de 2014

Misleading Reflections

Ozawa Nankoku

En el Caixaforum madrileño está a punto de cerrar una exposición que responde al nombre de Japonismo, una exposición problemática por demasiadas razones, no todas deseadas quizás por sus organizadores.

El primer pequeño problema que veo es el de su propio nombre, que  en mi opinión debería haber sido un más castellano Japonesismo, para  indicar así más claramente que se pretende explorar la influencia y la huella de lo japonés en la cultura y la sociedad europea del siglo XIX. Como pretexto es más que válido para una muestra, puesto que la apertura del Japón al comercio occidental en la década de 1850, tras el aislamiento de dos siglos impuesto por el shogunato Tokugawa, trajo consigo una invasión de productos comerciales japoneses. Lo curioso es que gran parte de esas mercancías - biombos, abanicos, telas, muebles, pinturas - no eran considerados como objetos de lujo en su país de origen, sino como bienes de uso cotidiano, siendo el hecho de su exportación y transporte el que les otorgaba un valor elevado en Europa. Un caso similar, y ciertamente irónico, al de esos abalorios con los que el imperialismo europeo en ascenso se ganaba los favores de los pueblos que iba a someter.

martes, 11 de febrero de 2014

It is not you, the one on the mirror


Étienne-Martin, Biombo
Alguna que otra vez les habré ya comentado que la mayor virtud - y paradoja - del MNCARS es ser un museo de arte contemporáneo sin colección de arte contemporáneo. Esas carencias, o mejor dicho, el ser un museo constituido a trompicones, le ha permitido mostrarse más audaz y atrevido que otras instituciones con más lastre artístico en sus salas y almacenes, unos pesos muertos que obligan a seguir pautas ya establecidas para agradar al público y que se plasman, por ejemplo, en la profusión de la etiqueta "impresionista", venga o no venga al caso expositivo.

La singularidad - o mejor dicho, personalidad - de las exposiciones del MNCARS se basa en diferentes aspectos. En primer lugar, esta institución se ha embarcado en una campaña de propagación y divulgación del arte posterior a 1945 y a las vanguardias llamadas históricas. Ese periodo antaño revolucionario y rupturista se ve ahora petrificado en una larga serie de compartimentos correspondientes a los diferentes -ismos,  en antaño malditos convertidos en santos artísticos y en momentos estelares de la subversión con los que hacer caja; mientras que por el contrario el arte de la segunda mitad del siglo XX es para el aficionado medio una inmensa terra incognita, aparentemente vacía, sin referencias ni guías, donde son muy pocos los que se atreven a entrar, mucho menos a proclamar su admiración o simplemente sus preferencias.

jueves, 6 de febrero de 2014

Thriving on other's death




En mi primera entrada dedicada a la California Trilogy de James Benning, indicaba como el estilo maduro de este documentalista/ensayista norteamericano puede reducirse a una serie de viñetas en las que una cámara inmóvil observa de manera obsesiva una fracción de paisaje, bien natural o artificial, bien campestre o urbano.

Dicho así, las películas de Benning podrían confundirse con productos esteticistas - o en el peor de los casos, pintorescas - cuyo única intención e interés fuera el de investigar los límites de la representación visual, en su caso la duración del plano y la atención del espectador. Sí sólo fuera así, ya serían suficientemente valiosas y nada más sería preciso para considerarle uno de los grandes, pero este autor es incomprensible si se le separa de su dimensión política, de su claro activismo en imágenes.

Benning es un cineasta obsesionado por la historia, por el modo en que las sociedades humanas imprimen su huella en el paisaje, transformándolo hasta convertirlo en casi irreconocible. Un proceso de cambio que al mismo tiempo permite entrever, si se observa con la suficiente atención, las características de la cultura que lo propició, incluidos sus defectos y virtudes.

martes, 4 de febrero de 2014

Writing and Reading


La exposición La Villa de los Papiros, abierta en esa misteriosa institución madrileña llamada La Casa del Lector, ha recibido todo tipo de comentarios elogiosos, hasta llegar a ser elegida por algunos medios como una de las mejores exposiciones del año pasado.

Lamento disentir de esta opinión.