jueves, 31 de diciembre de 2015

Bajo la sombra del postmodernismo (XX)

Aznar was not a Maura to whom several right-wing political families owed their existence  - a man whose stature even in areas as far removed from politics as culture, was accepted by all; a man who was called on automatically when the time came to form a government. Nor he was a Gil Robles - a skilled politician whose complex strategies during part of his life remain indecipherable up to the present day,  a great speaker in Parliament with considerable popular appeal but condemned to only the briefest time as political leader: as brief as the party he led. The historical figure with whom we can compare Aznar is not Fraga either, whose behaviour was always exaggerated but who was, nonetheless, capable of making crucial decision for the benefit of everyone (winning agreement on the text of the constitution from many who had no intention of accepting it). Even less was he Areilza, who was in essence a refined loner who found intellectual pursuits attractive but lacked the vital tool for democratic political action: a party. Fundamentally, Aznar's abilities - if one sets the question of dictatorship aside - meant that he most closely resembled Franco. Because of his closed nature, his coldness, his sense of timing, his ability to arbitrate between his followers, and his apparent inanity, which led to him being despised by his opponents but which hid a powerful sense of ambition, and his unbearable skill at the cut and throat of political life within the party, the parallels between these two figures are much greater than it might at first seem.

Javier Tusell, Spain: From dictatorship to democracy

Aznar no era un Maura a quien varias corrientes políticas de la derecha debieran su existencia - un hombre de tal altura que incluso fuera aceptado por todos en ámbitos tan lejanos de la política como la cultura; un hombre al que se llamase automáticamente cuando llegase el momento de formar gobierno. Tampoco era un Gil Robles - un hábil político cuyas complejas estrategias de parte de su vida sean aún indescifrables, un gran orador en el parlamento con considerable atractivo popular pero condenado a un brevísimo periodo como líder político: tan corto como el de su partido. La figura histórica con la que podemos compararlo tampoco es Fraga, cuya conducta fue siempre exagerada pero que, sin embargo, era capaz de tomar decisiones críticas que beneficiaban a todos (como conseguir que aceptasen la constitución mucho que estaban en contra). Menos aún era un Areilza, quien era en el fondo un solitario refinado, quien encontraba atractivos los empeños intelectuales, pero al que le faltaba la herramienta esencial para la acción política democrática: un partido. Fundamentalmente, las habilidades de Aznar recordaban - si se deja a un lado la cuestión de la dictadura -  a las de Franco. Debido a su retraimiento, su frialdad, su sentido del momento, su habilidad para mediar entre sus seguidores, y su aparente vaciedad, que llevaba a que le despreciasen sus oponentes pero que escondía una profunda ambición, además de su intolerable capacidad para las intrigas de la vida política dentro del partido, los paralelos entre ambas figuras históricas son mayores de lo que a parece a primera vista.

Un signo de la estupidez y cerrazón - además de extremismo - a la que se ha llegado en los últimos tiempos es el ataque continuado al que se ha sometido al difunto historiador Javier Tusell por parte de ciertos sectores de la izquieda. Es cierto, por una parte, que la responsabilidad última de esa inquina radica en la propia derecha, cuya intransingencia revisionista a llevado a muchos sectores de la izquierda a postular una serie de líneas rojas en la investigación histórica del pasado republicano y franquista. Asímismo, por otra parte, Tussel no es un historiador sin ideología, sino que representa una ideas muy concretas, las de una democracia cristina centrista, que le llevan a veces a defender algunas posiciones un tanto ambiguas y confusas, cuando menos extrañas en alguien que estudió y se formó con Tuñon de Lara.

No obstante, al contrario que los mamporreros de la derecha, Tusell es un historiador con las mejores credenciales. De una integridad, honestidad y rigor tal que en conciencia sólo puede definir la dictadura de Franco como un régimen inmovilista, despótico y asesino, características que quedan bien claras en este último tomo de la Historia de España dirigida por John Lynch, Su postura, por tanto, se halla en clara oposición con la campaña de salvamento del franquismo iniciada y dirigida por Stanley Payne, quien intenta justificar la dictadura franquista acumulando desmanes inventados sobre la experiencia republicana de los años 30. Una revisión histórica de la que tanto se han aprovechado nuestros neoliberales patrios para intentar absolver a un régimen que, ¡oh paradoja!, era profundamente antiliberal.

martes, 29 de diciembre de 2015

Fría sensualidad

Ingres, Gran Odalisca
Vaya por delante que la exposición de Ingres abierta en el Museo del Prado es una muestra única. Dada la nula representación de este pintor en las colecciones españolas, para muchos puede ser la única oportunidad de familiarizarse con un pintor esencial en la pintura del siglo XIX, debido a su condición de líder del movimiento neoclásico. Si a esto unimos su evidente talento y maestría, su reputación no necesitaría de justificación alguna, de ahí que resulte un tanto embarazosa la obsesión de los organizadores de la muestra por presentarlo como un moderno avant-le-lettre, sólo porque éstos - Manet y Picasso, principalmente - tomaron algunas de sus pinturas como motivo y base de sus investigaciones estéticas.

Desgraciadamente, Ingres murió antes de que estallara la revolución impresionista - aunque sí estaba vivo cuando se tuvo que montar, deprisa y corriendo debido al escándalo, el Salón des Refusés, - así que no sabemos su opinión sobre las moderneces perpetradas por los jovenes rebeldes. No es difícil imaginar, sin embargo, ya que que un pintor tan dibujístico, tan obsesionado con pulir y acabar al máximo sus lienzos, está en las antípodas estéticas del desarreglo subversivo propio de las vanguardias posteriores. Él, Ingres, sólo quería hacer carrera, tener una buena cartera de clientes y vender sus cuadros al poderoso de turno, a quien no le importaba complacer y alabar en lo que fuera necesario.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Ortodoxias heterodoxas

...Suppose he should relent
And publish Grace to all, on promise made
Of new Subjection; with what eyes could we
Stand in his presence humble, and receive
Strict Laws impos'd, to celebrate his Throne
With warbl'd Hymns, and to his Godhead sing
Forc't Halleluiah's; while he Lordly sits
Our envied Sovran, and his Altar breathes
Ambrosial Odours and Ambrosial Flowers,
Our servile offerings. This must be our task
In Heav'n, this our delight; how wearisom
Eternity so spent in worship paid
To whom we hate. Let us not then pursue
By force impossible, by leave obtain'd
Unacceptable, though in Heav'n, our state
Of splendid vassalage, but rather seek
Our own good from our selves, and from our own
Live to our selves, though in this vast recess,
Free, and to none accountable, preferring
Hard liberty before the easie yoke
Of servile Pomp.

John Milton, Paradise Lost

...Suponed que Él rectificase
y publicase un indulto para todos, con la condición
de nuevo sometimiento; con que mirada podríamos
permanecer humildes en su presencia, y aceptar
duras leyes impuestas, par celebrar su Trono
con armoniosos himnos y a sus divinidad cantar
forzados Aleluyas, mientras Él señorial se sienta
nuestro envidiado soberano y su altar exhala
aromas de ambrosia y flores de ambrosía
nuestras ofrendas serviles. Esa debe ser nuestra labor
en los cielos, ese nuestro deleito,  qué agotador
pasar la eternidad en adoración adeudada
a quien odiamos. No persigamos
lo  imposible por la fuerza, lo otorgado por el favor
inaceptable, aunque sea  en los cielos, nuestro estado
de esplendida servidumbre, pero más bien busquemos
nuestro bien por nosotros mismos, aunque sea en estos vastos espacios,
libre, y sin deberle nada a nadie, prefiriendo
la dura libertad al suave yugo
de la pompa y el boato servil

La paulatina laicización de la sociedad, al menos en occidente, ha llevado a que gran parte de la literatura del pasado, aquélla de tono religioso, sea cada vez menos transitada. No es  una conclusión inesperado, puesto que gran parte de esas obras están tan  convencidas de la verdad de la doctrina que propagan, que poco esfuerzo hacen para intentar comunicar esas ideas a quienes no las profesan. Esto, en el mejor  de los casos, pues tampoco es infrequente que esa fe sin fisuras de sus autores se traduzca en el desprecio y la mofa de los no convencidos, en actitud propia de fanáticos ignorantes, que tan repelentes resultan en un mundo moderno aconstumbrado a poner en tela de juicio cualquier afirmación y exigir pruebas convincentes para aceptarla.

Curiosamente, de ese rechazo, mejor dicho de ese olvido neutro y por tanto peor que cualquier desprecio, se han librado los escritos de los muchos místicos que produjo el cristianismo. Esta pervivencia quizás se deba al punto de locura, de desaforamiento, provocado por la imposibilidad de comprender el misterio divino, consustancial a toda experiencia mistica. Un estado mental de arrebato, que por definición queda fuera de toda explicación racional, y por ello mismo, resulta fascinante para cualquiera, aunque se halle, como es mi caso, en el polo opuesto intelectual. Esa coincidencia y concordancia entre antípodas puede deberse a que el místico, al intentar representar ese contacto íntimo inefable con la divinidad, recurre a otro tipo de sentimientos humanos básicos y fundamentales, fuera del marco religioso, y por ello mismo, abiertos a ser sentidos y compartidos por otras muchas personas diferentes, aunque sea apelando a registros sentimentales muy distintos de los teológicos.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Paisajes Musicales Inexplorados: Berio/Schnittke (y XX)




Aunque ya he hablado del compositor ruso Alfred Schnittke en esta serie de entradas y volveré a hacerlo del italiano Luciano Berio, creo que comparar dos de sus sinfonías es bastante esclarecedor. No porque sean polos opuestos, obras incompatibles, sino porque la primera del ruso y la única del italiano, compuestas respectivamente en  1969/72 y 1968/69, presentan claras similitudes. Mejor dicho, representan a la perfección un momento histórico preciso y determinado: la quiebra de la modernidad y sus substitución por el posmodernismo. Porque el todo vale postomodernista, el todo es lo mismo, nada se logra ni alcanzará de manera alguna, es precisamente el sentir que mejor define  nuestro tiempo presente, encuadrado entre dos crisis, la del petróleo de 1973 y la financiera de 2008.

No hay que pensar tampoco que se trate de obras similares, ni mucho menos que el más joven de ellos, Schnittke, haya copiado a su predecesor, Berio. Ambos compositores son artistas de gran originalidad, la suficiente para interpretar el espíritu de los tiempos a su manera propia y personal. Berio construye así lo que podría interpretarse como una burla descarnada de la modernidad, convirtiendo en blanco de sus ataques el último periodo de la música clásica que ha sido reconocido y aceptado  de forma general como válido por los aficionados, antes de que las muchas vanguardias, el dodecafonismo y la eclosión de la música pop rompieran el consenso y el canón.

martes, 22 de diciembre de 2015

Bajo la sombra del postmodernismo (XIX)

Estas graves alteraciones del orden, como lo había sido ya la rebelión del general Sanjurjo en agosto de 1932, hicieron mucho más difícil la supervivencia de la República y del sistema parlamentario, demostraron que hubo un recurso habitual a la violencia por parte de algunos sectores de la izquierda, de los militares y de los guardianes del orden tradicional, pero no causaron el final de la República, ni mucho menos el inicio de la guerra civil. Y todo porque cuando las fuerzas armadas y de seguridad de la República se mantuvieron unidas y fieles al régimen, los movimientos insurreccionales podían sofocarse fácilmente, aunque fuera con un alto conste de sangre. En los primeros meses de 1936, la vía insurreccional de la izquierda, tanto anarquista como socialista, estaba agotada, como había ocurrido también en otros países., y la organizaciones sindicales estaban más lejos de poder promover una revolución que en 1934. Había habido elecciones en febrero, libres y sin falseamiento gubernamental, en las que la CEDA, como los demás partidos, puso todos sus medios, que eran muchos, para ganarlas y existía un Gobierno que emprendía de nuevo el camino de las reformas, con una sociedad, eso sí, más fragmentada y con la convivencia más deteriorada. El sistema político, por supuesto, no estaba consolidado y como pasaba en todos los países europeos, posiblemente con la excepción de Gran Bretaña, el rechazo de la democracia liberal a favor del autoritarismo avanzaba a pasos gigantescos.

Nada de eso, sin embargo, conducía necesariamente a una guerra civil. Ésta empezó porque una sublevación militar debilitó y socavó la capacidad del Estado y del Gobierno republicano para mantener el orden. El golpe de muerte a la República se lo dieron desde dentro, desde el propio seno de sus mecanismos de defensa, los grupos militares que rompieron el juramento de lealtad a ese régimen en julio de 1936. La división del ejército y de las fuerzas de seguridad impidió el triunfo de la rebelión, el logro de su principal objetivo: hacerse rápidamente con el poder. Pero al minar decisivamente la capacidad del Gobierno para mantener el orden, ese golpe de estado dio paso a la violencia abierta, sin precedentes, de los grupos que lo apoyaron y de los que se oponían. En ese momento, y no en octubre de 1934 o en la primavera de 1936, comenzó la guerra civil.

Julian Casanova, República y Guerra Civil, Volumen 8 de la Historia de España Fontana/Villares


En entradas anteriores de esta serie, les he hablado ya de lo problemático que es ubicar el periodo de la Segunda República. Si se elige narrarla junto con la larga agonía de la Restauración, se puede acabar dando la idea de que la experiencia republicana fue un escalón más, el último, en la descomposición y desvertebración de la España surgida del siglo XIX. Si se prefiere, por el contrario, continuarla con la guerra civil, es difícil evitar una sensación de inevitabilidad y fatalismo: que la República, en definitiva, sólo podía concluir con el desastre de la guerra civil.

Por supuesto, ambas opciones descalificatorias son las preferidas por la derecha y amplios sectores del centro-derecha. Para los sectores de ideología más rancia y tradicional, la República fue una aberración que había que borrar por todos los medios, aunque estos consistieran en una guerra civil sanguinaria y en una dictadura no menos cruel y salvaje. Para los sectores de la ahora derecha civilizada y liberal, esa que se pretende orteguiana, la República no fue lo que debía haber sido, sino que pronto se convirtió en semillero de radicalizaciones nefastas, de manera que cualquier exceso posterior está plenamente justificado. Basta que finalmente, aunque fuera medio siglo después, se construyera una democracia como Dios manda, ésa que tan tocada anda ahora.

sábado, 19 de diciembre de 2015

El enigma


Hoy, el MNCARs estaba extrañamente vacío. El resultado es que he podido ver casi en solitario la exposición dedicada a la artista hindú Nasreem Mohamedi, titulada "La espera forma parte de una vida intencia". Soledad y aislamiento que no sé si contribuían o detraían de la impresión general de la muestra. Porque el problema que tengo con Mohamedi es que me atrae y repele a partes iguales.

No me entiendan mal. Gran parte de esta repulsión se debe a que la muestra adolece de un error muy común: intentar ser enciclopédica. Un esfuerzo muy loable, pero que en el caso de artistas abstractos y además minimalistas, como ocurre con Mohamedi, puede resultar deletereo a la hora de juzgar la obra presentada.  Ante la enésima variación de un patrón de líneas o de una combinación de grises, el visitante termina abrumado, desorientado, desinteresado, sin llegar a ser capaz de determinar qué es valioso, que no lo es de entre lo que está viendo. Corriendo el peligro, en definitiva, de dejar pasar sin reconocerlo, a aquello que define al artista, que lo convierte en presencia permanente y necesaria.

De esto, de importante y resonante, hay mucho en la muestra, pero escondido y disperso. Requiriendo un esfuerzo de atención que el visitante distraído, o simplemente perdido, no es capaz de dedicarle.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Paisajes Musicales Inexplorados: Wellesz (y XIX)



Hace unas entradas, cuando comencé a recuperar esta serie de anotaciones, les hablaba de los muy tristes destinos de los músicos de habla alemana a principios del siglo XX. Proponentes, en mayor o menor medida, de la vanguardia musical que había sido fundada y liderada por Arnold Schönberg, durante la década de los 30 se vieron perseguidos por el nazismo que repudiaba y castiga esas audacias estéticas. Los más afortunados consiguieron refugiarse en exilios lejanos - los menos, ya pueden imaginarse dónde y cómo acabaron -, que acabaron siendo deletéreos, bien al obligarlos a dedicarse a trabajos menores, como bandas sonoras de cine, bien simplemente por quebrar e interrumpir su evolución artística. El resultado fue el olvido, comprensible en el caso de compositores de segunda fila, pero imperdonable por parte de aficionados y emisoras especializadas, que parecen haberse confabulado en hacer de menos al amplio y rico corpus musical del siglo XX.

Pero para eso estamos aquí, para recordarlos, aunque no seamos más que un aficionado curioso, ignorante y torpe en todo lo que se refiere a la música.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Los rostros, las personas, los abismos

Hermafrodito, Escultura Romana siglo II
Ya les he hablado en otras ocasiones de la curiosa especialización temática en la política expositiva de los diferentes museos y fundaciones madrileñas. En el caso del Caixaforum, esta institución se ha centrado en revisar el pasado de la humanidad según se manifiesta en los restos arqueológicos. Así, hemos podido visitar Egipto en varias ocasiones, el Asia Central, las culturas autóctonas del Africa occidental, el Tibet, el Afganistan preislámico, la cultura Chimu, Etruria, Teotihuacan, Súmer, o la antigüedad grecorromana, como es el caso de la exposición abierta ahora:  Mujeres de Roma.

Aunque este esfuerzo es más que loable, especialmente en un país que tan poco respeto tiene a sus yacimientos y restos arqueológicos, no siempre ha sido afortunado. En la exposición dedicada a Súmer, por ejemplo, se realizaban ímprobos esfuerzos para demostrar que los Sumerios, como entidad política o pueblo, no habían existido nunca, de manera que la propia lengua sumeria quedaba reducia a invento conveniente, lengua artificial para permitir la comunicación entre una amalgama gentes de muy diversos orígenes y lenguajes. Como teoría es intrigante y a pesar de su evidente radicalidad,  muy digna de estudio u consideración... sólo que no he logrado encontrar confirmación de que realmente se formule en esos términos o de cual es el grado de credibilidad que merece. La misma wikipedia, tan propensa a dar pábulo a las ideas más excentricas, guarda completo silencio sobre el tema.

martes, 24 de noviembre de 2015

Bajo la sombra del postmodernismo (XVIII)

Pues de eso se trataba: de paz refrendada en las elecciones y no de participación universal en la política. La construcción de un sistema político de carácter democrático no era, a pesar de aquellas reformas impulsadas por los liberales sagastinos, un asunto prioritario incluso para sus propios impulsores. El diseño de la constitución de 1876 se basaba en unos principios de básicos, que acabaron siendo las "piedras de granito" a las que estaba anclado el sistema: primacía de la corona en el juego político dentro de la práctica de la soberanía compartida y la doble confianza; existencia de dos grandes partidos dinásticos que se alternasen en el ejercicio del poder; y organización de la voluntad popular mediante una combinación de pacto y de clientelismo político. El precio a pagar por el turno, apodado ya entonces como "pacífico", fue el fomento de un doble pacto (de las élites entre sí y de éstas con los notables locales) y el falseamiento sistemático de los resultados electorales, como único medio de hacer compatible una alternancia que no podía depender de forma expresa de la voluntad ciudadana.

Ramón Villares y Javier Moreno Luzón, Restauración y Dictadura, Tomo 7 de la Historia de Esàña Fontana/Villares

 Sigo, como saben, revisando los tomos de la historia de España Fontana/Villares que ocupan el periodo 1808-1939, hasta que vuelvan a sincronizarse con los de la dirigida por John Lynch. El que acabo de terminar ahora, el siete, se centra en un periodo de curiosa y extraña paz en la historia de la España reciente: El régimen de la restauración y su lenta y progresiva disolución hasta desembocar en la república del 31.

Si he nombrado la paz como el rasgo definitorio de este periodo es porque ésa es la característica que suele subrayarse a la hora de enjuiciar este periodo. Comparada con la agitación anterior a 1875 y  en la que se sumió España pasado 1917 para desembocar finalmente en la guerra civil de 1936-39, el régimen de la restauración parece justificarse sólo por haber asegurado la concordia entre los habitantes de este país, rasgo que comparte con otros regímenes mucho más siniestros, pero no por ello menos elogiados, como la dictadura de Franco. Sin embargo, aunque esa "tranquilidad" y "placidez" es muy cierta, no lo es menos que ese régimen estaba basado en la mentira y la hipocresía, las otras dos características del sistema que acabarían por dar al traste con él.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Paisajes Musicales Inexplorados: Krenek (y XVIII)



Como ya les he comentado, llevo todo el verano y este otoño escuchando la magnífica selección de música del siglo XX contenida en este canal de youtube. El viaje ha merecido la pena - gracias mil a The Wellesz Company -, aunque sólo por aumentar mi colección en algunos autores esenciales que desconocía completamente, como el ruso Alfred Schnittke, y otros de segunda, caso del austriaco Ernst Krenek, a quien va dedicada esta entrada.

La música del siglo pasado, como bien sabrán, es una gran desconocida para la mayoría de los aficionados. No se suele incluir en en la programación de los conciertos, siempre centrada en el clasicismo del XVIII y el romanticismo XIX, y cuando lo hace es en forma de sus compositores más digeribles, Ravel o Sibelius, o entre los vanguardistas,  Berg y el primer Stockhausen como mucho. Fuera de estas presencias, el resto de compositores esenciales, no digamos la gran masa de secundarios, han sido desterrados al limbo de las apariciones esporádicas y el registro grabado en LP  o CD. 

Este descuido es una gran pérdida para el aficionado y para los mismos intérpretes, ya que su  ausencia del repertorio provoca tanto que el oyente no se aconstumbre a su audición y les pierda el miedo, como que los interpretes no lleguen a interiorizar esas partituras hasta hacerlas suyas, como ocurre con los grandes nombres del siglo XIX. El resultado es que ni oyentes ni instrumentistas tienen una idea clara de cómo deberían sonar, de cual debería ser su interpretación ideal. Toda interpretación de estas obras se convierte, por tanto, siempre en la primera,  con el peligro de que la inexperiencia y el desconocimiento puedan llevarla al fracaso más absoluto.

martes, 17 de noviembre de 2015

Bajo la sombra del postmodernismo (XVII)

Porque en realidad la construcción de la mayor parte de las líneas ferroviarias españolas había sido un negocio especulativo, que se benefició de las concesiones y de la tolerancia de los distintos gobiernos, algo fácil de explicar cuando sabemos que los consejos de administración de las empresas "se componen generalmente de ministros pasados, presentes o futuros, todos hombres de grande influencia"

Josep Fontana, La época del liberalismo, Historia de España Fontana/Villares, Tomo VI

Durante las siguientes entradas de esta serie me voy a centrar en los tres tomos de historia de España Fontana/Villares que abarcan de 1808 a 1929. Como les conté en la entrada anterior, la edición dirigida por John Lynch embute ese periodo en un sólo tomo, con todos los defectos y limitaciones que eso supone, principalmente el poder explayarse en hechos poco conocidos de ese periodo, cuando no directamente olvidados o intencionadamente silenciados.

El primer tomo de los tres que la Fontana/Villares dedica a este periodo está escrito por el propio Fontana, y cubre los tres cuartos de siglo que van de 1808 a 1875. Esos años fueron un tiempo crucial y dramático en la historia de España, un tiempo que se puede definir de "ocasiones perdidas", donde los espasmódicos intentos por modernizar España, liberándola del atraso y la ignorancia, van a ser bien ahogados en su propia cuna, bien traicionados por sus defensores y proponentes, bien borrados por una reacción que no permitió que se desarrollaran.

Fontana, por supuesto, es un historiador de izquierdas, así que no es extraño que sus simpatías estén con la larga lista de rebeldes y heterodoxos, muchos de ellos a contrapelo y a su pesar, que pueblan ese siglo triste que es nuestro siglo XIX, tan abundante en fracasos y decepciones. Sin embargo, aunque se sea de derechas - y hay que ser muy de derechas para no reconocerlo, algo demasiado frecuente, no obstante, en nuestro país - lo cierto es que la historia de ese tiempo es una crónica de avances a ritmo de tortuga, siempre a destiempo y casi siempre de forma violenta.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Horror sin fin

Edward Munch, Cenizas
Como suele ocurrir con las exposiciones del museo Thyssen, la muestra Munch: Arquetipos ha sido anunciada en todos los medios como una de las imprescindibles del año. Como era también de esperar sus salas están a rebosar, lo que en ocasiones hace casi imposible disfrutar de los cuadros, no tanto por la gente, sino por el molesto zumbido de las ubicuas audioguías. Sin embargo, a pesar de que Munch es uno de los grandes y de que nunca sobra una muestra sobre su obra, me van a permitir que exprese algunas críticas a la que se puede visitar ahora en la fundación Thyssen.

El principal problema es que el periodo de plenitud de Munch, como ocurre con su contemporaneo Ensor, se reduce a la década de los 90 del siglo XIX, precedidos y continuados por unos pocos años a ambos lados de ese periodo crucial. En ese tiempo Munch va crear una serie de imágenes/icono, los arquetipos a los que se refiere el título de la muestra, que aún hoy, a un siglo de distancia y tras dramáticos cambios culturales, no han perdido nada de su impacto. Continúan, en muchos casos, siendo auténticos puñetazos brutales hacia nuestras creencias y seguridades, propinados por alguien para quien el mundo no es otra cosa que inmensa trampa, continua mentira, para quien la existencia el  dominada por la muerte, la degradación y el odio.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Música visible

Trama Negra, Vasily Kandinsky

Aprendí a apreciar a Kandinsky hace ya muchos años, a principios de los noventa del siglo pasado. El Guggenheim neoyorquino estaba de obras, así que su colección se dio una vuelta por el mundo, recalando en el MNCARS madrileño. Entre los cuadros que se podían ver había una buena ración de Kandinskys, casi todos además de un momento muy preciso en su trayectoria: la década a caballo de 1910 cuando este pintor descubrió/se topó con la abstracción. Viéndolos todos sus cuadros juntos, uno detrás de otro y en orden cronológico, se podía apreciar como el color y la forma iban liberándose del tema tratado, hasta alcanzar un estado único y nuevo de música visible. Una expresión que no por más manida, es menos cierta.

Tras este encuentro/descubrimiento mío, la pintura de Kandinsky no ha dejado de acercarse a Madrid en este último cuarto de siglo. Recuerdo la magnífica doble retrospectiva Kandinksky/Mondrian en la Caixa o la organiza por la March alrededor del cuadro Composición VII. No es de extrañar que con que estos antecedentes y dada mi pasión por este pintor, sintiese una especial alegría y anticipación al enterarme que el CentroCentro madrileño iba a organizar una retrospectiva de este artista.

Una retrospectiva, ni más ni menos. De todas sus épocas, para poder ver la evolución de su arte, desde el tiempo en que buscaba  la abstracción sin saber que lo hacía ni que iba a encontrarla, pasando la etapa de enseñar ese nuevo modo a otros, ya en la Bauhaus, con obras y teorías, para concluir con su exilio en París, alejado para siempre de todas sus tierras, de sus múltiples hogares.

Pues bien digamos que me ha dejado un poco frío, cuando no bastante.

martes, 3 de noviembre de 2015

Universos y celdas

Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridos:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados.

Pablo Neruda, Yo soy, Canto general.

Ezra Pound, de quien les he hablado en varias entradas anteriores, y Pablo Neruda pertenecen a la misma categoría de poetas. Los creadores que durante el siglo XX se embarcaron en el proyecto de escribir un poemario universal en el que cupiesen todos los paisajes, todas las historias, todas las vivencias. Más restringido, cierto, en el caso de Neruda que en el de Pound, ya que el escritor chileno se circunscribió a la realidad americana y compuso su obra magna, Canto General, en unos pocos años tras la segunda guerra mundial, mientras que el poeta británico pretendía construir en sus Cantos un Museo Británico portátil   - en la adecuada expresión de Stan Brakaghe - quedando la tarea inacabada a su muerte, tras largas décadas de añadidos, correcciones, abandonos y retornos.

Ambos son poetas de profunda inspiración, tocados por el impulso de las vanguardias europeas, aunque más experimental, más radical estéticamente, el inglés que el chileno. Neruda siempre se preocupó porque las imágenes turbulentas de su poesía no enturbiaran el mensaje que quería comunicar, mientras que en Pound la forma superaba y desbordaba al contenido, hasta convertirlo en enigma y rompecabezas. A pesar de la engañosa dificultad del uno y de la falsa facilidad del otro, ambos se han convertido en símbolos de sus literaturas respectivas, en autores que han llegado a encarnar el espíritu de sus tierras y de quienes no se puede prescindir, si realmente se quiere conocer ambas lenguas en profundidad.

Una posición central indiscutible que, no obstante, se ve lastrada, dañada, minada en sus obras magnas por sus posicionamientos políticos, fascismo en el caso de Pound, Estalinismo en el caso de Neruda, que llegan a ocupar por entero el espacio de su literatura, substituyendo todo lo demás por la necesidad de propagar los propios convencimientos ideológicos, sin admitir la posibilidad de dudas, mucho menos errores, en ellos.

sábado, 31 de octubre de 2015

¿Ciudades, prisiones, utopías?

Constant, New Babylon
Si la fundación Mapfre se halla inmersa en la tarea de narrar la historia de la fotografía, el MNCARS ha tomado como tarea cartografíar el arte posterior a 1945, que con demasiada frecuencia queda oculto a la visión del aficionado. Este olvido imperdonable, que el Sofidu se desvive en subsanar, tiene dos orígenes claros. Por una parte, que todo aficionado deja de aprender en un momento determinado, punto desde donde parecería que el arte quedó interrumpido sin remedio. Por otra, la desconfianza del público en general hacia el arte de la segunda mitad del siglo XX, época en que los conceptos de belleza y del propio arte dejaron de ser válidos, o al menos de ser universalmente reconocidos y aceptados.

Se genera así un desapego e incomprensión hacia el arte reciente, que suele considerarse como críptico, deshumanizado - cuanto daño hizo Ortega - e incluso intrascendente, incapaz de conmover y emocionar. Afortunadamente no es así, como bien nos demuestran cada año las exposiciones modélicas del MNCAR, en esta ocasión la muestra dedicada a Constant, artista holandés que ya había aparecido de refilón en otras exposiciones de este museo. En concreto, en Playground, abierta el año pasado, y dedicada a la ciudad como espacio a reconquistar de forma lúdica, donde Constant aparecía relacionado con el arquitecto holandés Aldo van Eyck, y ambos a su vez con las ideas del homo ludens de Johan Huizinga.

martes, 27 de octubre de 2015

Bajo la sombra del postmodernismo (XVIb)

Regeneration was accompanied by repression... a new law was introduced that effectively banned the anarchist movement altogether, and the security forces greatly strengthened, whilst energetic methods were employed to hunt down malefactors of all sorts. Underpinning much of this activity was a theme that is not immediately apparent. The populace's failure to engage with the political system was a worry certainly, but what was even more alarming was the gradual emergence of a refusal to engage not just with its procedures but also with its values. Slow through Spanish modernization was, the population of many towns and cities had already experienced considerable expansion. This development should not be exaggerated, but remains that it was prominent enough to cause considerable concern, and all the more so as it was frequently accompanied by the most appalling levels of social degradation. Freed from the healthy influence of rural life - better, the control of priest and landowner - the growing urban populace was seen as being prey to a variety of corrupting influences which ran the gamut from republicanism, socialism and anarchism to drunkenness, prostitution and free love. To make matters worse, literacy was also slowly on the increase - by 1900 36,2 per cent of the population could read and write  as opposed to 28 per cent in 1877 - whilst the appearance of the cinema had opened way for new forms of popular culture

Charles Esdaille, Spain in the liberal age. From constitution to civil war, 1808-1936

 La regeneración estaba acompañada por la represión... se promulgó una nueva ley que prohibía por completo el movimiento anarquista, y se fortalecieron en gran medida las fuerzas de seguridad, mientras se empleaban métodos para perseguir a malhechores de todo tipo. Sosteniendo esta actividad se hallaba un tema que no era reconocible a primera vista. El fracaso de la plebe para involucrarse en el sistema político era una preocupación clara, pero aún más alarmante era la aparición gradual de un rechazo no sólo a sus mecanismos, sino a sus valores. Aunque la modernización de España era lenta, la población de muchas ciudades ya había experimentado una considerable expansión. Este desarrollo no debe ser exagerado, pero queda el hecho de iba acompañado por los peores niveles de degradación social. Liberados de la saludable influencia de la vida rural - más bien, el control del sacerdote y el propietario - la creciente plebe urbana era vista como presa de una variedad de influencias corruptoras que abarcaban una gama que iba desde el republicanismo, el socialismo y el anarquismo hasta el alcoholismo, la prostitución y el amor libre. Para empeorar las cosas, la alfabetización iba lentamente en ascenso - hacia 1900, el 36,2 por ciento de la población podía leer y escribir frente a un 28 por ciento en 1877 - mientras la aparición del cine había abierto las puertas a nuevas formas de cultura popular.

Al terminar de escribir la entrada de la semana pasada, sobre el siglo XIX y el libro de Charles Esdauille que lo narra, me di cuenta que había dedicado mucho tiempo a los temas metodológicos, pero casi ninguno a la interpretación de ese tiempo, cuando el texto introductorio así lo daba a entender.

Quizás mi olvido, intencionado o no, se debe a la dificultad de narrar ese siglo. No es que sea más o menos prolijo en acontecimientos, sino más bien a que dentro de lo penoso y deprimente que suele ser nuestra historia, ese tiempo, y en concreto el mas de medio siglo que media entre 1808 y 1875, constituye uno de los los puntos más bajos de nuestra trayectoria como país... sin que las cosas mejorasen mucho posterioremente, con una restauración borbónica basada en la mentira, la corrupción y la discriminación, una dictadura, la de Primo, remedio en extremis para salvar un sistema y un rey abocados al abismo, una república de las ilusiones malograda por la intolerancia de unos y el mesianismo de otros, para terminar con una sangrienta guerra civil continuada por una dictadura no menos sanguinaria y asesina.

Momentos y hechos que como ven son de lo más convenientes para reforzar y consolidar el sentimiento patrio.