martes, 27 de diciembre de 2016

Involuciones

It was a time, as election times have often been in the United States, to consolidate the system after years of protest and rebellion. The black was being kept under control in the South. The Indian was being driven off the western plains for good. On a cold winter day in 1890, U.S Army soldiers attacked Indians camped at Wounded Knee, South Dakota, and killed three hundred men, women and children. It was the climax to five hundred years of violence that began with Columbus, establishing hat this continent belonged to white men. But only to certain white men, because it was clear by 1896 that the state stood ready to crush labor strikes, by the law if possible, by force if necessary. And where a threatening mass movement developed, the two party system stood ready to send one of its columns to surround that movement and drawn it of vitality

Howard Zinn, A People's History of the United States (Una historia del pueblo de los Estados Unidos)

Era un tiempo, como suelen serlo las elecciones en los Estados Unidos, para consolidar el sistema tras años de protesta y rebelión. Los negros estaban bajo control en el sur. Los indios estaban siendo expulsados de las Grandes Praderas de una vez por todas. En un frío día de 1890, los soldados del ejército de los EEUU atacaron a unos indios acampados en Wounded Knee, en South Dakota, y  mataron a trescientos hombres, mujeres y niños. Era la culmen de quinientos años de violencia que comenzaron con Colón, dejando claro que este continente pertenecía a los blancos. Pero sólo a ciertos blancos, porque hacia 1896 quedó claro que el estado estaba dispuesto a aplastar las huelgas de los trabajadores, por la ley si era posible, por la fuerza en caso de necesidad. Y allí donde un movimiento de masas amenazador surgía, el sistema bipartidista estaba preparado a enviar una de sus columnas para rodearlo y privarlo de su vitalidad.

Lo único positivo de la victoria electoral en EEUU de un fantoche como Donald Trump es que me ha servido para descubrir este libro de Howard Zinn. Se trata de una obra de 1980, aparecida justo cuando Ronald Reagan estaba a punto de convertirse en presidente de los Estados Unidos, desencadenando así, junto con Margaret Thatcher en el Reino Unido, la contrarrevolución conservardora cuyas (pen)últimas consecuencias vivimos ahora mismo. De aquellos polvos vienen estos lodos, se podría decir

La originalidad de Zinn en esta obra consiste en narrar una historia paralela de los EEUU. No la de los sucesivos presidentes y gobiernos, ni la de la lucha entre los partidos en el parlamento. Mucho menos la crónica de los mitos patrióticos, las padres fundadores, la revolución libertaria contra el rey inglés , guerra civil por la liberación del oeste, la conquista, colonización y civilización del oeste,  la de grandes generaciones que lucharon la última guerra mundial contra el totalitarismo nazi, no la lucha contra el comunismo opresor soviético,

No, su historia es la de todos los olvidados y oprimidos en la tierra de la libertad. La de los indios americanos desposeídos de sus tierras, deportados a  reservas, exterminados por activa y por pasiva para permitir el asentamiento de nuevos inmigrantes europeos en las tierras que habían quedado vacías. La de los esclavos negros cuyo trabajo forzado permitió el temprano despegue económico de la joven república y cuya libertad legal en la década de 1860 no fue acompañada de los necesarios derechos civiles y económicos que la hicieran realidad, sólo conseguidos un siglo más tarde tras ardua lucha. La de los los muchos trabajadores industriales, por último, que durante las décadas a caballo de 1900 fueron explotados por un sistema capitalista inmisericorde que permitió a unos pocos amasar riquezas escandalosas, cuya misma existencia contradecía las pretensiones de libertad y democracia de las que se ufanaba y ufana ese país.

A People's History of the United States es por tanto la historia de como estos olvidados se organizaron para defender sus derechos. Una historia de pequeños triunfos siempre frágiles, conseguidos con grandes sacrificios, de huelgas saldadas con muertos, represalias y prisión para obtener derechos que aún nos parecen evidentes,  a una jornada laboral que no sea sinónimo de explotación, a una seguridad en el trabajo que evite depender del capricho del patrón,  a una vivienda y alimentación digna, al respecto y consideración debido a todos los seres humanos por igual, como conviene a sociedades que se consideran avanzadas y no reservan esas distinciones exclusivamente para aquellos que más tienen.

Luchas sin truega que, sin embargo, se saldaron con incontables fracasos, porque a pesar de la organización, el espíritu y la fuerza de resistencia de esas personas, surgida simplemente del no tener nada que perder, sus enemigos eran mucho más fuertes y poderosos. No porque contasen con el apoyo de las leyes y el poder de las armas, que siempre estuvieron de su lado sino porque eran capaces de acallar esas otras voces, de reclutar a otros desheredados para que les hicieran el trabajo sucio de reprimirla, de absorber, neutralizar y aislar a los más pobres de los que sólo lo eran un poco menos. Todos aquellos que por estar un poco más arriba, un tanto menos abajo creían equivocadamente que ya estaban al mismo nivel de los ricos, eran sus aliados, que les protegerían cuando tuviesen necesidad de ello, devolviéndoles el favor. Ese favor que había permitido, a los de lo alto, conservar y afianzar sus privilegios.

La historia de los EEUU, en la visión de Zinn, es por tanto no únicamente la de una sociedad ultraliberal en lo económico, conservadora en lo ideológica y radicalmente opuesta o toda forma comunitaria de entender el tejido social, sea esta comunista, socialista, anarquista o meramente socialdemócrata. Es asímismo la historia de continuas rebeliones contra ese estado de cosas, de intentos espasmódicos repetidos periódicamente, más o menos organizados, más o menos poderosos,  por construir una sociedad más justa y más igualitaria, en la que el individualismo salvaje no campe por sus fueros, ni tenga por motivo de orgullo el ser despiadado y cruel con los más débiles y desfavorecidos.

Movimientos que tuvieron sus últimos brotes en el movimiento antiglobalización que estalló en Seattle a finales de los años 90, alianza inesperada de sindicalistas, asociaciones contraculturales y grupos izquierdistas, que tomó nuevos vuelos en las manifestaciones contra la guerra de Irak, o en los muy recientes movimientos Occupy Wall Street o los 99 percent. Esperanzas de una nueva izquierda y una nueva sociedad que se han visto sumergidas por la reorganización y consolidación de la nueva derecha americana, esa alianza de hierro entre el Tea Party, el integrismo evangelista, el fascismo disfrazado de "alt-right" y tantos y tantos movimientos extremistas que buscan transformar EEUU en un paraíso para la raza blanca de religión protestante, a costa del resto de confesiones y etnias.

Estado de cosas que nos ha llevado a la paradoja con la que vamos a tener que convivir durante cuatro años y que no hemos acabado de aceptar. Que amplios sectores de clase media venida a menos, en peligro de proletarización, han votado mayoritariamente a un multimillonario que ha formado un gobierno de multimillonarios y gobernará sólo para los multimillonarios.

Pero eso es lo que han hecho siempre los timadores, aunque sea a pequeña escala.



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