domingo, 25 de junio de 2017

La lista de Beltesassar (CLXXVIII): Oktapodi (2008) Julien Bocabeille et al












Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Oktapodi  corto realizado en 2008 por los animadores franceses Julien Bocabeille, François-Xavier Chanioux, Olivier Delabarre, Thierry Marchand, Quentin Marmier, y Emud Mokhberi, como ejercicio de graduación en la escuela Gobelins.

No voy a repetirme con mis quejas sobre los cortos de graduación que inundan los festivales. Ya saben que demasiadas veces se convierten en la única obra de sus realizadores, plagada de defectos y torpezas, sobrecargada por influencias ajenas, que los tornan impersonales y que no serán corregidos posteriormente por una carrera personal. En este caso, además, la amplia nómina de participantes en un corto de apenas dos minutos consigue que Oktapodi aún sea más genérico e intranscendente,  la enésima ilustración de una persecución alocada que no aspira a pasae de su carácter de reto técnico.

Si no lo quiero hacer es porque la institución que dio cobijo a estos creadores, Gobelins, es una pieza clave en la promoción de la animación en Europa, tanto en la formación de nuevos creadores como en su énfasis en el uso de las nuevas tecnologías. Unas herramientas que son esenciales para la creación actual, a pesar de lo mucho que despotrico contra ellas, por haber venido a traicionar no-se-qué esencias eternas de la animación. Y después de la propaganda institucional, pues tengo que admitir que sí, que sin Gobelins, sin su acción pedagógica y sus muchos filmes de graduación, estaríamos mucho peor. Sin cortos con los que regalarnos cada temporada y sin oportunidades para que los talentos jóvenes muestren su valía.

Por otra parte, en su momento Oktapodi fue un soplo de aire fresco, aunque ahora parezca otro corto más, esa nueva reiteración de un modelo estaba anticuado desde hace décadas. Pero sólo desde un punto de vista temático, porque desde un punto de vista técnico, Oktapodi continua siendo irreprochable, casi al nivel de cualquier animación 3D que se pueda hacer ahora mismo. De hecho, en eso consistía su atractivo, su frescura. Por primera vez, no se trataba de un corto cuyas ambiciones se reducían a una demo de los últimos avances técnicos. Por el contrario, se presentaba como una obra que suponía esos avances ya maduros, consolidados, lo suficientemente preparados para que el creador pudiese jugar con ellos a su antojo.

Un paso adelante y un paso atrás, por tanto. O mejor dicho, un paso al lado. Porque tras largas décadas de experimentación, tras que Pixar en los ochenta comenzase a producir sus primeros cortos en 3D, se había alcanzado al fin ese nivel que permitía dar por sentadas esas técnicas. Olvidarse de la innovación técnica y volver a integrarse en la corriente general de la animación, donde las dificultades técnicas son apreciadas a posteriori. En otras palabras, que tras que el espectador disfrute con el corto y lo saboree hasta la última gota, es cuando se dará cuenta que esa facilidad y esa gracia con la que se ha complacido son productos de una dificultad extrema, de un trabajo casi enloquecedor.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Algo avejentado, tras una década de continuos avances y cambios, pero aún con cierta gracia, con ese algo que fascinaba en el momento de su estreno y que le llevó a ganar todos los premios habidos y por haber.

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