La lista de Beltesassar (CLXXXIII): Our Lady of the Sphere (Nuestra señora de la esfera,1969) Larry Jordan

Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Our Lady of the Sphere (Nuestra señora de la esfera) , corto realizado en 1969 por el animador experimental americano  Larry Jordan.

De nuevo entramos en una zona limítrofe de la animación. Por partida doble, puesto que Jordan es ante todo un cineasta experimental, y por ello mismo minoritario, que como otros grandes directores experimentales eligió el medio de la animación para expresar sus teorías. En este caso, sus afinidades no se inclinan por la abstracción o la música visual, sino por el surrealismo. Y no un surrealismo a la Svankmajer, que hace cobrar vida a los objetos cotidianos para desembocar en una rebelión que demuele nuestras concepciones y seguridades. En el caso de Jordan, por el contrario, nos movemos al ámbito de Max Ernst, donde tienen igual de importancia tanto la contradicción como el hermetismo.

Del surrealista alemán, Jordan toma la idea del collage. Ernst recortaba y remontaba ilustraciones populares decimonónicas, esos grabados que acompañaban a novelas y libros científicos, para crear otros falsos, en los que el imposible y el absurdo se daban cita. Construía así enigmas irresolubles, pero al mismo tiempo lógicos y meridianos en su presentación, de los cuales se desprendía un sentimiento de desasosiego e inquietud, cuando no de claro horror.

Jordan sigue en ese misma línea que Ernst, a la que añade la posibilidad del movimiento. Concebido no tanto como el de los elementos de los grabados, a los que su inmovilidad original no les permite otros ademanes que no sean torpes y forzados, si más bien en el sentido de que la secuencia de planos que constituye la esencia del cine le permite materializar nuevos elementos, escamotearlos sin dejar huella. El absurdo, la inestabilidad,  no surgen sólo por la asociación y combinación de elementos dispares, sino por su aparición repentina y la reacción que estos provocan entre los personajes ya presentes. 

Por poner un ejemplo, a Jordan no basta con que la protagonista sea, como indica el título, una dama burguesa cuya cabeza ha sido substituida por una esfera. Además tiene que hacerla recorrer diferentes escenarios, imposibles de transitar en la vida diaria, para relacionarse con personas y objetos sacados de su contexto, como el buzo que le regala una orquídea gigante. Añádase además que estas transiciones, relaciones, metamorfosis y apariciones no obedecen a un plan preconcebido, como sería, de nuevo, el caso de Svankmajer. Jordan utiliza la escritura  - el montaje - automática, de manera que los elementos van surgiendo, componiéndose y sedimentándose sobre la marcha. 

O en el mejor de los casos, mediante una gramática desconocida para el espectador, basada en las inclinaciones astrológicas y alquimistas de Jordan, de las que el espectador sólo puede llegar a percibir indicios, intuir signos. Precisamente aquéllos que por su presencia constante en la cultura popular han terminado por perder su significado original, al que Jordan los remite.

Como siempre, no les entretengo más. Les dejo aquí el corto, desgraciadamente en una versión que no le hace justicia - la de Fandor nunca me ha llegado a funcionar en el navegador -. Se trata de una obra mayor de un cineasta experimental situado entre los mejores. Difícil, enigmática, desesperante, indescifrable, pero ejemplo, como tantos y tantos otros, de la amplitud de posibilidades de la animación, casi inextinguible. Y de los equivocados que estamos al reducirla a Disney, la 3D y la infancia.