viernes, 18 de agosto de 2017

Perdidos en nuestros sueños
























Vi Waking Life (Vigilia, 2001) de Richard Linklater, cuando se estrenó aquí en España. Fui al cine, atraído por que se trataba de una película de animación, sin tener demasiadas referencias de su director, de quien luego supe se había labrado su fama en el cine independiente. Años más tarde, Linklater se embarcaría en un segundo proyecto animado, A Scanner Darkly (2006), que no me pareció tan logrado como el primero, casi como si el director no hubiera sabido - o querido - seguir los caminos esbozados en aquel otro filme. Quizás este callejón sin salida estético explicaría porque no se ha atrevido con una tercera película animada

¿Qué era lo especial en ese primer intento? No tanto su técnica, un rotoscopiado modernizado, ya que con ella se corre siempre el peligro de quedarse a medias tintas. Ese riesgo estriba en que el rotoscopio consiste en calcar una secuencia de imagen real a una secuencia de dibujos animados, de forma que, o bien se nota demasiado el origen de la animación, tornándola facilona y barata, o bien los movimientos se perciben como torpes, a pesar de ser los mismos que haría una persona de verdad. De hecho, los mejores rotoscopiados, ya desde su invención por los Fleischer, han sido los que han traicionado ese fundamento filmado de la realidad, para convertirlo en algo nuevo y distinto al llevarla al mundo animado.

Es esa deuda con la realidad la que convertía a A Scanner Darkly en una película que no llegaba a ser única. Viéndola, no podía quitarme de la cabeza que Linklater podía haber prescindido del rotoscopiado casi por completo, sin que la historia se resintiese en lo más mínimo. Sin embargo, en Waking Life, a pesar de consistir en transcripciones animadas de largas conversaciones filmadas, se me hacía - y se me hace - imposible imaginarla de otra manera. Incluso perdería gran parte de la magia que la dota de vida, puesto que en imagen real no sería más que un conjunto de personas desconocidas hablando - predicando - de temas abstrusos.

¿Por qué entonces esa diferencia esencial entre ambas? La cuestión estriba en que la historia que la Waking Life narra es un largo sueño lúcido de su protagonista. Mejor dicho, una cadena de ensueños que se van encadenando hasta constituir un laberinto del que no hay escapatoria para el soñador, ni conclusión clara para nosotros. Para ilustrar esa historia con precisión, la animación se vuelve inestable, casi inasible. Los fondos adquieren vida propia, se mueven con independencia de los personajes, como si la solidez que atribuimos al mundo real fuera a quebrarse en cualquier instante... tal y como ocurre al final de varias de las secuencias animadas.

Esa fragilidad de lo percibido se ve subrayada por que cada sección, cada monólogo, casi cada corto, de los que componen la película está animado - transcrito - de forma diferente. Unos son estrictamente fieles a la realidad de la que parten, como si su única variación hubiera sido  jugar co los niveles de brillo, saturación y contraste. Otros, por el contrario, reducen a los personajes y su entorno a meros amasijos de líneas, a amplias e indefinidas manchas de color. La película, por tanto, se construye de forma inconexa y deslavazada, tanto en el aspecto temático como en el estético, pero debido a que precisamente relata en un vagar sin rumbo e indicaciones, sin mapas ni destinos, acaba adquiriendo consistencia y coherencia. Aún a pesar de ella-

E incluso una conclusión. Porque del choque de tantas opiniones dispares, cuando no contradictorias, acabamos por descubrir que esa inestabilidad, esa falta de engarce, es precisamente lo característico de nuestra existencia. Lo más valioso, casi podría decirse. Lo que hace que este momento presente sea el mejor de la historia, sólo por estar preñado de posibilidades. Por constituir el umbral de un mundo mejor.

Algo que creía con firmeza cuando vi esta película, a pesar de las convulsiones históricas, pero que ahora me parece más un deseo, un asidero para aferrarse a esta vida, que una realidad concreta y posible.

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