martes, 31 de octubre de 2017

La gran matanza (y II)

In the waning weeks of 1932, facing no external security threat and no challenges from within, with no conceivable justification except to prove the inevitability of its rule, Stalin chose to kill millions in Soviet Ukraine. He shifted to a position of pure malice, where the Ukranian peasant was somehow thev aggresor and, he, Stalin, the victim. Hunger was a form of aggression, for Kaganovich in a class struggle, for Stalin in a Ukranian national struggle, against which starvation was the only defense. Stalin was determined to display his dominance over the Ukranian peasantry, and seemed even to enjoy the depths of suffering that such a posture would require. Amartya Sen has argued that starvation is "a function of entitlement  and not of food availability as such. It was not food shortages but food distribution that killed millions in Soviet Ukraine, and it was Stalin who  decided who was entitled to what".
Though collectivization was a disaster everywhere in the Soviet Union, the evidence of clearly premeditated mass murder on the scale of million is most evident in Soviet Ukraine. Collectivization had involved  the massive use of executions and deportations everywhere in the Soviete Union, and the peasants who made up the bulk of the Gulag's labor force hailed from all the Soviet republics. Famine had struck parts of Soviet Russia as well as much of Soviet Ukraine in 1932. Nevertheless, the police response to Ukraine was especial, and lethal. Seven crucial policies were applied only, or mainly, in Soviet Ukraine in late 1932 or early 1933. Each of them may seem an anodyne administrative measure, and each of them was presented as such at the time, and yet each of one had to kill.

Timothy Snyder, Bloodlands

En las semanas finales de 1932, sin enfrentarse a ninguna amenaza externa y sin  oposición interna, sin ninguna justificación concebible fuera de la de demostrar la inevitabilidad de su gobierno, Stalin escogió matar a millones de personas en la Ucrania soviética. Se desplazó hacia una posición de pura maldad, en la que el campesino ucraniano era, de algún modo, del agresor y él, Stalin, la victima. El hambre era una forma de violencia, en el contexto de la lucha de clases, para Kaganovich, en el combate nacional ucraniano, para Stalin, contra las que la hambruna era la única defensa. Stalin estaba decidido a probar su dominio sobre el campesinado ucraniano e incluso parecía disfrutar con la profundidad del sufrimiento que esa postura requeriría. No fue la carestía de comida la que mató a millones en la Ucrania Soviética, sino su distribución, y era Stalin quien decidía quién tenía derecho a qué.
Aunque la colectivización fue un desastre en toda la Unión Soviética, las pruebas claras de un exterminio premeditado en el nivel de millones de personas son más evidentes en la Ucrania Soviética. La colectivización había supuesto el uso masivo de ejecuciones y deportaciones a lo largo de la Unión Soviética y los campesinos que componían el grueso de la fuerza de trabajo del Gulag provenían de todas las repúblicas soviéticas. En 1932 Las hambrunas habían golpeado tanto a  la mayor parte de Ucrania como a otras regiones de la Unión Soviética. Sin embargo, la respuesta policial en Ucrania fue especial y mortal. Siete políticas cruciales se aplicaron sólo, o principalmente, en la Ucrania Soviética a finales de 1932 o principios de 1993. Cada una podía parecer una medida administrativa anodina y cada una fue presentada como tal entonces, pero cada una tenía el poder de matar.

Les había comenzado a contar hace unas semanas del gran reto que se propuso el historiador estadounidense Timothy Snider en Bloodlands: la inmensa matanza que se produjo en la Europa Oriental en las décadas de 1930 y 1940 a cargo de Nazis y Estalinistas, de Hitler y Stalin. La primera conclusión del libro es que ambos regímenes se influyeron el uno al otro, de forma directa e indirecta, copiándose los métodos de exterminio, reaccionando de manera asesina a las amenazas imaginadas del otro. Más polémico aún es que, en el recuento de las víctimas, el Nazismo se lleva la primacía, al haber exterminado en esa región a 10 millones de personas, frente a 4 del estalinismo, y además en menos tiempo, en el breve periodo entre el otoño de 1941 y la primavera de 1945.

Sin embargo, hasta ese instante, el lanzamiento de la operación Barbarroja contra la URSS, la "ventaja" la llevaba el estalinismo. Sus crímenes habían comenzado mucho antes y, por tanto, había dispuesto de mucho más tiempo para perfeccionar sus herramientas de exterminio, mientras que el Nazismo, por mucho que nos sorprenda, nunca llegó a superar un cierto aire de improvisación y amateurismo. Para 1932, cuando comienza el relato de Snyder, Stalin había puesto a punto una policía política, la GPU/NKVD capaz de ejercer su violencia represiva sobre una sociedad entera, al mismo tiempo que se construía el sistema de campos de trabajo que se conoce como GULAG, a donde enviar a los enemigos políticos, reales o imaginarios, para que trabajasen por el estado. El GULAG, debido a la dureza de sus condiciones, fue uno de los escenarios de la muerte en el régimen soviético, ya que se suponía que los prisioneros, en general, no debían salir de allí con vida,  independientemente de cuando terminasen sus condenas. Sin embargo, fue superado en víctimas por otros dos exterminios dirigidos por el estado: la hambruna ucraniana de 1932/1933, el llamado Holodomor, y el Gran Terror de 1937/1938, siendo en aquélla primera donde se concentran la mayor parte de los muertos estalinistas, unos tres millones de los cuatro totales.


Resulta turbador, no obstante, que el Holodomor no fuera conocido en Occidente hasta hace unas pocas décadas, tras la caída del comunismo en 1991. Parte de este olvido se debe a un accidente histórico, ya que la hambruna afecto mayoritariamente al campesinado, dejando incólumes a las ciudades. Quedan así pocos testimonios directos, puesto que los intelectuales no se vieron afectados directamente, sin dejar huella en sus memorias escritas. Por el contrario, el Gran Terror dejó una impronta muy superior a su impacto real en la población soviética o al causado por el Holodomor. En esa ocasión, la violencia estalinista se cebó con las élites cultas ciudadanas, de manera que existen multitud de relatos detallados, incluso contemporáneos, siendo éstos los que provocaron las primeras grietas en el monolitismo comunista, ya en los años 30. Asímismo, la longevidad del sistema del GULAG provocó que su progresivo cierre a mediados de los cincuenta, tras la muerte de Stalin, dejara en libertad a prisioneros cuya vocación se centró en dar testimonio, caso de Soljenitsin.

Oculto por ellos, debido a la parca información que nos ha llegado, se halla el Holodomor, hambruna que aún hoy resulta difícil de comprender y conceptualizar. Podemos "entender" hasta cierto punto que el racismo nazi le llevase a exterminar por completo a los judíos, así como a "disminuir" la población eslava hasta tornarla sumisa y manejanle. Podemos asímismo comprender que la paranoia estalinista. junto con sus luchas internas por el poder, les obligase a descubrir enemigos y conspiraciones hasta debajo de las piedras, con las consecuencias deletereas que esto tenía para los acusados. la completa mayoría de ellos falsamente. Sin embargo, el Holodomor tiene una dimensión distinta, un punto de incomprensibilidad y de locura que torna su estudio especialmente difícil. Sobre todo en lo que se refiere a las cifras, que se suelen hinchar con demasiada ligereza - en el suplemento cultural de El País del pasado sábado se hablaba de 10 millones o el doble -, frecuentemente con razones torticeras.

Lo primero que aterra del Holodomor es que su origen fue uno de tantos fracaso de la política económica comunista. Como muchas de las medidas tomadas por Stalin o Mao, se proponía un cambio revolucionario de la estructura social y económica sin la suficiente base estadística ni un análisis de viabilidad. Simplemente se ponían objetivos tendentes a un fin  - "targets" o "challenges" en la jerga empresarial moderna, tan contaminada de métodos estalinistas -, que no sólo debían cumplirse obligatoriamente, sino que debían además mejorarse tanto en rendimiento como en tiempo de ejecución, si no se quería terminar ante un pelotón de fusilamiento. Como responsable último de los sueños irrealizables de los superiores.

Así, lo que Stalin se propuso en el plan quinquenal de 1928-1933 fue transformar la agricultura rusa de un tapiz de pequeñas y medianas propiedades a un conglomerado de grandes granjas colectivas. El objetivo era tener una fuente segura de abastecimiento para las nuevas ciudades industriales soviéticas, mediante una agricultura organizada también de forma industrial y científica. El experimento fue un triple fracaso, algo que era fácil de prever. Primero, por la resistencia pasiva de los campesinos rusos, que habían apoyado a la revolución para tener acceso a las tierras de los terratenientes, habían prosperado bajo el sistema mixto de la NEP leninista y ahora se veían desposeídos de ella. Tesitura ente la cual preferían ocultar las cosechas y sacrificar el ganado, que entregárselo al estado. Segundo, porque la desorganización introducida por la colectivización, que se suponía tenía que completarse y marchar como la seda en apenas unos meses, no sólo hizo imposible cumplir los objetivos marcados, sino que precipitó la producción a mínimos históricos, poniendo en peligro el suministro de las ciudades. Tercero, porque para asegurar ese suministro y cumplir unos objetivos de producción absurdos en su origen, se recurrió a las requisas masivas contra los campesinos libres y las granjas recién fundadas, incluso de la simiente necesaria para sembrar el año que viene. Medida que, como pueden imaginar, fue el disparador de la hambruna.

Para empeorarlo aún más, en esa coyuntura catastrófica, a finales de 1932, Stalin y sus acólitos se negaron a creer que su política estaba llevando a Rusia a un desastre. El fracaso tenía que ser obra de agentes externos, peor aún, de la propia población, a la que había que castigar para eliminar a los conspiradores y forzar a la obediencia al resto. Represión que se llevó a cabo de tres maneras. Ejecutando a los llamados Kulaks, según la propaganda campesinos adinerados que se oponían a la marcha de la historia, pero en general cualquier que se hallase en el lugar equivocado en el momento erróneo. Segundo, deportando a poblaciones enteras al GULAG, para que su trabajo forzado se utilizase en colonizar los eriales del Kazajastan. Y por último, mediante el hambre, utilizada como arma mortífera.

Desviando la poca comida que quedaba hacia las ciudades, mientras que se les negaba a los campesinos. Que debían morir, y sufrir de la manera más horrible hasta ese momento, por no haber satisfecho las exigencias de sus opresores. 

De los nuevos explotadores que habían sucedido a capitalistas y terratenientes.

No hay comentarios: